Piscicultura y sostenibilidad.

¿Te imaginas si para comer pollo o carne de res tendríamos que cazarlos nosotros mismos en su hábitat? Seguramente no quedarían muchas vacas y pollos, quizás las llanuras y otros hábitats naturales de estas especies estarían muy deteriorados. Simplemente porque se necesita mucha carne para alimentarnos a todos, era necesario pensar en criar a estos animales de una manera ordenada y planificada que nos permitiera alimentarnos sin dañar irreversiblemente nuestro medio ambiente; Esto es lo que conocemos como sostenibilidad. Aunque todavía hay mucho por mejorar, la sostenibilidad no es más que asegurar las necesidades de hoy sin comprometer las necesidades futuras. Los peces y, por lo tanto, también los océanos están sufriendo debido a esta falta de sostenibilidad. Pescamos más de lo que necesitamos e indiscriminadamente, es decir, pescamos lo que no queremos o necesitamos, contaminando y dañando con nuestros barcos de pesca el hábitat natural, etc. Parte de la solución para evitar todo esto es lo que conocemos como granjas o peces. suerte. Al igual que hacemos con los pollos o las vacas, podemos hacerlo con los peces. Hay muchos tipos de granjas de peces, desde grandes jaulas en el mar donde se alimentan para crecer, hasta grandes estanques en tierra donde también se alimentan hasta que alcanzan un tamaño adecuado para ser consumidos. Actualmente, entre los peces que más se cultivan se encuentran el salmón, la tilapia, la carpa o el bagre. Estas granjas no solo nos permiten criar peces para el consumo sino también para proteger aquellas especies que están en peligro de extinción, aumentando la población a niveles normales para que puedan seguir viviendo entre nosotros. No existe una solución perfecta, tanto en el mar como en tierra. Debemos continuar desarrollando e investigando estas alternativas para mejorarlas, mientras tanto, lo mejor que podemos hacer es interesarnos, aprender y así buscar un equilibrio entre las formas tradicionales y alternativas, entre lo que te gusta o lo que no sé todavía. Por ejemplo, cuando vayas al mercado, revisa las etiquetas de los alimentos que compras, de qué están hechos, cuál es su origen, verás palabras como un producto orgánico, salvaje y local. Y cuando no sepas algo, pregúntale a tus padres y de esta manera, te convertirás en un ciudadano informado, un consumidor responsable. Al hacer esto, podemos preservar el futuro de los océanos y las especies, incluido el nuestro.